lunes, 27 de abril de 2009

Boca de Cenizas

El bus me ha dejado en la vía 40, en la entrada del barrio Las Flores, allí unos jóvenes en “bici-carros” ofrecen llevarme,-hasta el trencito artesanal $1000 barras, dudo, camino un poco, pero el sol y la profundidad del camino me hacen reflexionar, le hago seña al joven del “bici-carro”. El camino está lleno de barro, es una vía destapada, el conductor compite con otra bici, “la mía corre más”, le dice al oponente, y es cuando comienza la carrera, la ventaja no es mucha, ambos dan la pelea, pedalean tan rápido como sin un tigre los persiguiera, con el firme propósito de ganar la competencia, un inmenso hueco en medio de la calle los detiene, termina la carrera, es un empate.

Por doquier pescaderías, puesto que es el negocio de la ciénaga. Aquí la una zona turística del barrio las flores, restaurantes, en donde cualquiera con un poco de dinero podría degustar de los deliciosos pescados que preparan.

“Listo- llegamos, son mil barritas”, me dice el chico, quien tiene unos 16 años, diez minutos duró el recorrido.

“La estación del trencito artesanal”.

Un par de vagones de madera y barras de hierro, impulsado por una motobomba, esperan por turistas que quieran conocer Boca de Cenizas, donde el río magdalena descarga su caudal y se une al mar Caribe, domesticando las aguas y así permitiendo el acceso de buques al puerto de la arenosa (Barranquilla); los colores del trencito hacen homenaje a la bandera de Colombia, que cuelga de uno de sus extremos, dentro un para de letreros: “No fume” y “Todo niño paga”, el paseo cuesta $8000 por persona, ida y vuelta, tienes 40 minutos para conocer el Tajamar.

En una chaza hecha de palos y palmas, aguardan moto-taxistas, con el mismo objetivo de transportar a los turistas por el camino de la vía férrea hasta llegar a la entrada de Tajamar. Son 8 kilómetros de camino, a lado derecho esta el rio, lleno de mucho barro, componente principal de este, a la izquierda vemos unos lotes, pertenecientes a los García y a cementos del Caribe, según los habitantes del barrio Las Flores.

La primera torre náutica está muy cerca, de colores rojo y blanco, es bastante alta, en la punta un faro guía, para los navegantes, antes, el camino para entrar a la ciénaga, esta es alimentada por unos ductos hechos por ingeniería humana, con el fin de drenar el agua y pasarla limpia a las especies marinas que crecen allí (caracoles, ostras, etc.).
Tres letreros de la Corporación Autónoma regional, con el mensaje de cuidar este lugar, adornan el camino de la vía férrea, del lado izquierdo verde agua de mar, las playas de “Puerto Mocho”, muchos turistas disfrutan el balneario, vendedores ambulantes , la música de los estaderos, salsa, ambienta el contexto de la primera y segunda playa, en las dos que siguen el espacio cambia , la soledad es parte principal del mar, las olas son muy suaves y uno o dos bañistas son los que gozan de estas.

El agua, la del mar y la del rio se dividen por una franja bien marcada en el paisaje, compuestos por 3 azules, cristalino del mar, oscuro tenue del rio y el azul del cielo despejado. El camino se termina, pero el paseo a penas comienza, “BIENVENIDO. Boca de Cenizas. Zona balnearia. Servicio de baño. SERVICIO DE MOTOTAXI. Servicio de Llamadas $500”, dice el letrero. Hecho a mano, con pintura de colores: rojo, azul, blanca, negro y verde, en madera y lata reciclada.

Allí la música salsa vuelve a entrar en la armonía del lugar, el picó de la tienda del señor “bigotes” es el responsable. Los ranchos o tambos, como son conocidas las casas de los pescadores, hechas por ellos mismos de madera traída por el río o en otras ocasiones de los tablones de la vía férrea, ubicadas a lo largo del bajamar hasta el final. Censados por el Dane, unos grandes números pintados sobre una tabla adornan sus puertas, con una excepción, el rancho de Julio, un ocañero que hace de 40 años, de los que tiene 10 años viviendo aquí, cansado del volante, agobiado por la cotidianidad y el ruido de la ciudad decidió vivir en la costa. Su rancho es el 007 de James Bond, como el mismo afirma riendo.

Tiene una casa en barranquilla, pero prefiere la paz y la tranquilidad de este hermoso lugar, es casado su esposa junto con dos de sus hijas, viven en el interior, una tiene 17 años y la otra 13 años; la mayor estudia medicina, la menor, esta en el colegio; aquí tiene una de dos años, ”yo no sabia que esta venia…”, dice julio. su compañera, la madre de la niña, es joven, una muchacha del barrio las flores.
Sobre la mesa del comedor; hecho en madera con sus propias manos; que esta frente a su rancho, ahí un radio, es pequeño, negro y esta un poco oxidado por la salina, “ese radio me lo regalo un señor que vino aquí” afirma julio, aquí no ahí electricidad, funciona con cuatro baterías de las grandes colocadas en pirámide, una encima de la otra y rodeadas por gutapercha. ”Todo el día permanece prendido, desde que comienza el noticiero a las cuatro de la mañana hasta que se acaba como a las 12:00 del medio día”, dice julio, la emisora que esta sintonizada es la W.

El silencio esta presente, solo se escucha el sonido del viento en las olas, dos perros pasean de un lado, en espera de que les den algo de comer. “Manchao” es el nombre del mas grande, es tranquilo disfruta de su hábitat y convive con los otros perros, el otro se llama mono, el rio lo trajo hasta bocas de cenizas a bocas, le tiene miedo al agua, y es peleonero. Estos se comen hasta las espinas.

El rancho o zambo, esta hecho con tablas de madera que trae el rio; tiene baño, aquí no hay acueducto; un tanque lleno de agua y una totuma, la cocina, la estufa es un fogón de leña; tampoco ahí gas; un cuarto esta totalmente alfombrando de vino tintó, en donde pueden dormir cuatro personas, hay dos colchones y una litera hecha con madera.

La bebé duerme plácidamente, la brisa se pasea por dentro del rancho entra por una de las 4 ventanas y sale por otra, los adornos son ropa secándose y un par de cometas colgadas, el cielo raso esta hecho de polipropileno, un plástico.

Mientras fuma su cigarrillo, Julio habla de lo orgulloso que se siente de sus hijas, y lo mucho que las ama, mira a la bebé y sonríe. “la vida a la orilla del mar es deliciosa, me gusta mucho estar aquí”.
Tenía conocimiento de la pesca con atarraya, con caña, pero era ignorante de la pesca con cometa, sí, aquí se pesca con cometa. Para ello hay que tener en cuenta los vientos para utilizar la cometa del tamaño adecuado, en los meses de Diciembre a Mayo, una cometa de 2/4 puede ser muy útil. De Junio a octubre una más grande. Julio eleva su cometa, la brisa juega con ella, el carrete va soltando hilo, un nailon baja por una punta de la cometa con un tarrito lleno de agua que hace alas veces de una pesa, amarrado en su extremo. Del mismo tarrito sale un nilón hacia el frente en dirección a él, hay seis o siete anzuelos son colocados con carnada. Tener paciencia es la técnica, hasta que un pez jale.

Me despido de julio y sigo caminando, el camino es pedregoso, mi respiración se acelera, el sol es fuerte, saltar de una piedra a otra es divertido, me acompañan cangrejos que encuentro a medida que me acerco mas a la punta, en este punto logro ver mejor la desembocadura del mar en el rio (boca) y la espumarada que bota la mareta (cenizas), esta es boca de cenizas, es hermosa.